Quesa se localiza dentro de un valle rodeado de fértiles huertas, regadas por la Fuente de la Mina (conducida por una mina a la actual Plaza Diputación). Enfrente se halla el Lavadero Municipal y balsa de riego, desde donde una acequia distribuye su agua a la «Huerta del Lugar»: es el legado de los moriscos. Quesa se repobló con colonos de origen aragonés, aunque estuvo a punto de desaparecer por una epidemia, en 1690. Solo quedó una familia, los García, hasta que se repobló el lugar y se trajo de Bicorp el Santo Sacramento (1695), lo que dio origen a la festividad de La Reserva (febrero). A partir de entonces, el pueblo creció en forma de calles largas y estrechas, que todavía conservan sus “cambras”, balcones, adornos de forja y otros elementos propios de la arquitectura tradicional mediterránea. De época más moderna es la edificación colonial conocida como la Casa de las Palmeras, en la Avenida Valencia.
La Iglesia San Antonio Abad (siglo XVIII), con cúpula sobre pechinas y un estilo relativamente austero, conserva un espléndido altar barroco en el transepto, obra de 1787. Junto a la iglesia se encuentra un curioso y estrecho “carrerón”. El campanario conserva el mecanismo original del reloj en funcionamiento. En el cerro próximo al pueblo se encuentran los restos de tapial islámico del Castillo de Quesa (siglo XI) y el mirador de la Ermita de la Cruz. Pero, sin duda, uno de los valores patrimoniales más interesantes es el conjunto de acequias y bancales de regadío de la Huerta del Lugar, un paraje que invita también al paseo.
A la entrada del pueblo, la Oficina de Turismo alberga un interesante Museo dedicado a la obra pictórica de Alberto Hernández y Mercedes Rubio. Se trata de obras de gran contundencia cromática, inspirados en la iconografía del románico y el gótico catalanes. El mismo edificio acoge exposiciones temporales de todo tipo.
Podemos completar la visita degustando los famosos gazpachos quesinos o ”torrá” de carne y embutido en alguno de los restaurantes de Quesa.
Quesa celebra San Antón (enero), con su espectacular entrada de pinos para alzar la hoguera, La Reserva con feria y recreación histórica (declarada de interés turístico) y Fiestas patronales (agosto) al Cristo de la Salud, la Divina Aurora, la Virgen del Rosario y la Santa Cruz, con desfile de Moros y Cristianos.
Los Charcos de Quesa es sin duda el lugar más emblemático, muy conocido por sus pozas y saltos de agua de belleza paradisíaca, ofrece los servicios de área recreativa, zonas de escalada y vía ferrata “Los Fresnos”. El paraje se encuentra a 7 kilómetros del municipio, el acceso hasta la zona está señalizado y se llega fácilmente.
La extensa red de senderos para descubrir el entorno natural de Quesa con rutas homologadas que se adentran por el cañón del río Grande hasta el Abrigo de Voro (Arte rupestre levantino, Patrimonio de la Humanidad). La ruta de las Fuentes (Caldes, Portugués o Príncipe) pasando por el área recreativa Salto del Molino, o el camino de las Cinglas entre frondosos pinares delimitados por sus paredes verticales de roca caliza y frecuentados por cabras montesas.