El meandro de pico encorvado que encierra como un foso defensivo Bicorp protegía naturalmente a sus habitantes desde el alto medioevo. Por ello los musulmanes, seguramente en el siglo XII, protegieron el istmo de tierra y única parte fácilmente accesible con un castillo-refugio.
Los caballeros Orís de la baja edad media hicieron de este Castillo el símbolo de su poder feudal y los nobles Castellà, a partir de 1555, decidieron convertirlo en un bello palacio residencial “a lo romano”, es decir, de estilo italiano o renacentista. Para ello, lo remodelaron completamente, disponiendo la construcción de paramentos de sillares y de una puerta de acceso monumental que, afortunadamente, ha llegado a nuestros días. Se la conoce como la Puerta del Castillo. Es un gran arco de medio punto, enmarcado por dos pilastras de orden dórico con entablamento y frontón triangular, en cuyo tímpano se representan en relieve las armas heráldicas de los Castellà, con dos leones tenientes a ambos lados y un yelmo por cimera, del que surgen hacia ambos lados unos vistosos lambrequines, a modo de vegetales estilizados.
El cronista setabense Gaspar Escolano, que conoció el edificio en todo su esplendor por el 1600, lo definió como un “hermoso castillo, labrado a la moderna”. Disponía de planta cuadrada, de 27,18 m de lado (30 varas forales valencianas, medida de Xàtiva) con torreones aspillerados en los ángulos y de un amplio subterráneo. En 1845, según la información enviada al Diccionario de Madoz, todavía quedaba parte del muro que, junto al Castillo, cerraban el meandro de Bicorp. El edificio ocupaba una extensión de “42 pasos regulares en cuadro, con 4 torreones aspillerados en sus ángulos, formando todo una sola mole muy importante. Gran parte de él es de piedra de sillería. Y dentro tiene un oratorio y una mina subterránea que recorre parte del pueblo” con salida de escape al río por el sitio llamado Los Olmos. El mismo informe indica que se encontraba bien conservado y habitado. También disponía de un aljibe, de considerable capacidad, todavía hoy conservado. Sin embargo, casi todo lo demás ha sido demolido. Primero, por haberse instalado en su interior una carpintería; luego un cine, que estuvo en funcionamiento hasta 1989, y a continuación una fábrica de hilados. Además se habían demolido en décadas precedentes las torres esquineras para construir edificios de nueva planta, que han ido engulléndose en viejo caserón.
Así pues, el único elemento ornamental o noble que ha llegado hasta nuestros días es la mencionada Puerta del Castillo, que merecería ser restaurada, por su gran interés histórico-artístico como muestra de arquitectura civil del Renacimiento.