El entorno de Millares es abundante en fuentes. Por ello fue elegido por los musulmanes para fundar la alquería que dio origen al núcleo morisco. Al sur de este, cubierta por la Plaza del Hinchidor, se encuentra la balsa de riego de las huertas del Llano y, que recoge las aguas del Nacimiento, traídas por la acequia del Hinchidor. Estas aguas, abundantes, se manifiestan en la fuente monumental que, con sus caños y su balsa, decora la Plaza. A ella bajaban las mujeres para hinchir (‘llenar’, en aragonés) de agua sus cántaros. De aquí proviene la curiosa denominación.
El paso de esta acequia principal a los pies del poblado, fue aprovechado por los moriscos para hacer girar los rodeznos del molino de arroz y del molino harinero del señorío, vinculado al Palacio de los Bou. Entre el Hinchidor y el Palacio hay un tosco y pintoresco lavadero en el rincón conocido como El Clot (‘el hoyo’, en castellano). Se adosaron a un solo lado del cajero de la acequia losas inclinada de piedra caliza lisa, aprovechando que se trataba de un sitio fresco en verano, y de efecto relajante para vecinos y visitantes que transitan por él por el placentero sonido del agua corriente. Todo ello nos retrotrae a tiempos de Al-Ándalus. La antigua cubierta de madera se reemplazó en 1970 por la actual estructura de hormigón y ladrillo.
Además del Lavadero del Clot, en la parte baja del pueblo y junto a la carretera, justo antes de que las aguas de riego entren el circuito de las huertas, hay un segundo Lavadero, con losas originales, pero con techumbre producto de una reforma reciente. En él se lavaba la ropa de los enfermos, para evitar posibles contagios.