No muy lejos de Bicorp, en la ladera del monte de las Pedrizas, se pueden visitar los restos arqueológicos de lo que fue un “fuerte” improvisado en 1609 para concentrar las fuerzas que sofocaron la rebelión morisca de la Muela de Cortes. Miles de moriscos de la región, que se negaban a acatar el decreto de limpieza étnica firmado por el rey, intentaron resistir a ultranza. Faltos de armas y de alimentos, fueron masacrados por los Tercios españoles de Lombardía, junto con tropas mercenarias y milicias del reino de Valencia, dirigidas, entre otros por el señor de Bicorp y primer conde de Castellà, Lluís Castellà de Vilanova. Una parte de los vasallos moriscos de este, procedentes de Bicorp, Quesa y Benedriz, se habían sumado a la rebelión, tras haber incendiado previamente el Palacio renacentista de Bicorp y haber asesinado al gobernador.
Nada más subir hasta Bicorp desde Navarrés el ejército valenciano, el maestro de campo Francisco de Miranda (un veterano capitán castellano, afincado desde hacía décadas en Oliva y organizador en 1598 de las milicias del reino) propuso construir aquí el fuerte, como relata el Padre Belda. Con licencia del conde de Castellà, señor de estas tierras y comandante de parte de las tropas, se dispuso, en consecuencia, la edificación acelerada del Fuerte con funciones de base de operaciones.
Constaba este de un recinto cuadrangular de piedra seca, de 17 m de lado, con muros de un metro de espesor. En los muros de abrieron las oportunas troneras y aspilleras, habilitadas respectivamente para facilitar la defensa, si se requería, con fuego de artillería menor (falconetes y otras piezas móviles) y de arcabucería. Anexo a este reducto, se trazó un segundo recinto cuadrado para campamento, de unos 30 m de lado pensado para alzar una palizada de troncos y delimitado en su flanco meridional por el barranco del Baldío. En el ángulo nordeste de la palizada se alzaba una torreta de 4 m de diámetro, de piedra seca, con función de garita o atalaya. El cronista Escolano escribió que en las Pedrizas se concentraron hasta 300 soldados, pero el fuerte serviría únicamente para resguardar a los oficiales y tener a punto la caballería.
Tras el fin de la revuelta, el fuerte sería frecuentado durante siglos por agricultores y pastores de la zona. En la actualidad se encuentra reducido a escombros, siendo un monumento más arqueológico que arquitectónico.
La senda que lleva al Fuerte de las Pedrizas, de 7 km de recorrido, entre subida y bajada, asciende de los 290 a los 450 metros de altitud sobre el nivel del mar.
El sendero del Fuerte de las Pedrizas, con sus 7.100 m de trazado, presenta un grado de dificultad técnica fácil. Desde el pueblo de Bicorp se sube por un viejo azagador o camino ganadero que lleva a la partida de los corrales, ocupada por las ruinas de tres grandes corrales, donde encerraban sus ganados por los pastores del lugar y, seguramente, otros llegados para la práctica de la transhumancia. Por el camino de subida se pueden observar los vestigios de uno de los numerosos hornos de cal construidos en los cauces de los barrancos, donde la leña era más abundante.
Tras cruzar varias veces con precaución la carretera CV-580, llegamos a la subida al Alto de las Pedrizas. A mitad camino se halla un remanso orientado a la Canal de Bicorp, con un mirador presidido por una mesa de interpretación. Las fantásticas vistas permiten ver desde Navarrés hasta el Pico del Caroig y la Muela de Cortes, y parajes y cimas como el Monte Mayor, el Río Grande, el Río Fraile y el Cazuma.
Un último tramo de subida nos lleva a las ruinas del Fuerte de las Pedrizas, construido en noviembre de 1609, a raíz de la revuelta de los moriscos en la Muela de Cortes. Por aquí pasaron las milicias valencianas y el ejército del Tercio de Lombardía, con miles de soldados dirigidos por el capitán Juan Pacheco. Tras la masacre de la Muela, pocos fueron ya los moriscos resistentes a la expulsión. En el caso de Bicorp, se despoblaron tanto la población como el poblado cercano de Benedriz.