Al sureste del casco urbano, sobre una pequeña elevación, de alza el Calvario de Chella, con sus casalicios de viacrucis, encalados y dotados de paneles cerámicos. En medio de ellos, se alza la también encalada y modesta ermita de San Nicolás de Bari, que antiguamente se hallaba separada de la población, en lo que fue el viejo cementerio municipal. Datable a finales del siglo XIX, ha sido restaurada recientemente.
La puerta ojival de la ermita hace juego con las ojivas que también coronan los casalicios. Sobre las ojivas, azulejos de santos y un vano con campana. El remate de la fachada es mixtilínea, coronado por pináculos y por una cruz metálica. La planta del edificio es rectangular y reducida, con cubierta a dos aguas. El interior nos descubre la imagen procesional de san Nicolás, junto con otras figuras votivas de menor volumen, producto de donaciones: el Sagrado Corazón, San José, la Purísima… En la hornacina neogótica que preside el altar, de arco apuntado como el de la puerta, halla cobijo la imagen del Cristo del Calvario. El entorno natural del conjunto arquitectónico es muy agradable: sombreado por pinos y por unos imprescindibles cipreses.
La fiesta de San Nicolás se celebra cada 6 de diciembre con una ruidosa despertá matutina y con una procesión que recorre las calles de la localidad.