El recorrido se inicia en el parking de los Charcos de Quesa, donde se encuentra el panel informativo. Dificultad media, distancia 14.570 metros, sendero circular, 4 horas y 30 minutos.
Empieza por un camino entre algunas casas de veraneo para remontar el río Grande. El visitante deja a sus pies los conocidos Charcos para seguir subiendo, ahora por senda. Se pasa por la cueva del Carbo, un antiguo corral protegido por una balma. Un poco más adelante la senda baja hasta el río. En frente se encuetra la fuente Víbora. El sendero cruza de un lado a otro del cauce recortando los meandros y buscando los márgenes altos del cauce. En ocasiones, las paredes no permiten otra cosa que caminar por el lecho de grava siempre remontando el río Grande.
Un poste y una negativa indican que se ha de subir por una senda muy bien trazada hasta la parte alta de los cinglos donde se encuentra el abrigo de Voro (arte rupestre Levantino). El sendero sale a un camino más ancho que siguiendo la loma divisoria conduce a la parte alta. Se pasa por la Sima de la Higuera hasta el collado Verdinos. En este punto, se llega a una pista mucho más ancha y en buen estado que ya no se deja. Se pasa por la casa Eliseo, en ruinas.
La pista sigue el trazado de la vereda de la Sarnosa al Planil y el firme de tierra deja paso al asfalto. Al poco, se encuentran algunas señales del PRV-204. En el cruce de carretera se toma la derecha para bajar al inicio del sendero. A pocos metros antes de llegar, el PRV-204 se desvía por la izquierda a la altura del charco de la Horteta.