Las aguas procedentes del barranco del Abrullador y los sobrantes de la Acequia Madre nutren de agua a la bautizada modernamente como “la Playa Salvaje”, originariamente concebida como una balsa de riego por los labradores de Chella.
Con el paso del tiempo el paraje se ha convertido en un espacio de recreo para sus visitantes y vecinos, con aguas frescas y limpias que invitan al baño en la época estival, a pesar de que está prohibido el baño. La Playa Salvaje es también como un espacio de biodiversidad, donde crecen juncos, adelfas y otras especies indicadoras de aguas limpias, que son habitadas y frecuentadas por la fauna de la zona.
El azud de la Playa Salvaje es un muro de contención que cumple una función de contención de grandes avenidas de agua, sin olvidar su función agrícola originaria. A título de curiosidad, el nombre de azud viene del árabe as-sûdd, con el mismo significado.